lunes, 12 de agosto de 2013

La nueva caza de brujas: la persecución de la Marcha de las Putas de Rio de Janeiro


La nueva caza de brujas: la persecución de la Marcha de las Putas de Rio de Janeiro


La Marcha de las Putas surgió en Brasil (con el nombre Marcha das Vadias), así como en varios países del mundo, hace tres años, en respuesta a la constante y naturalizada justificación de la violencia sexual contra las mujeres y la culpabilización de éstas ante cualquier tipo de agresión contra su cuerpo. En Brasil tomó una fuerza especial, al ser ya el tercer año que se realiza en numerosas ciudades, tal vez debido a la paradójica cultura que por un lado exalta la sexualidad y por otro lado la reprime.


La Marcha ha tenido en cada ciudad sus características propias, pues una de las principales banderas es la autonomía y horizontalidad de sus acciones y propuestas. Específicamente en Río de Janeiro, la versión de este año tuvo como finalidad llamar la atención sobre la necesidad de garantizar un Estado laico que vele por los derechos de las mujeres sin verse permeado por discursos religiosos que, en muchas ocasiones, limitan o impiden el ejercicio de dichos derechos. Este tema, además de ser sumamente importante, pareció ser aún más relevante ante la visita del Papa la ciudad, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud Católica. Para esta visita, se destinaron recursos públicos y se hicieron grandes inversiones logísticas que afectaron el transporte y la educación (pues no hubo clases durante este), apenas una pequeña muestra de cómo el gobierno brasileño, apoyado por gran parte de la población, se encuentra bajo fuerte influencia del Vaticano. En cuestión de políticas públicas, vemos también evidencia de esta influencia, una de las más graves siendo la imposibilidad, a pesar de innumerables esfuerzos del movimiento feminista, de que se descriminalice y se despenalice el aborto, lo cual es sin duda una inconmensurable violencia institucional contra las mujeres.


De esta forma, la Marcha de las Putas, en su trabajo colectivo y abierto, eligió este tema como el motivo para realizarse durante este evento, y como uno de los ejes principales del manifiesto. Esto, no sin antes discutirlo a profundidad dentro del colectivo y con especialistas provenientes de la academia, el activismo y la experiencia personal, en debates de formación e información. Esta estrategia también se realizó con los otros ejes del manifiesto, pertenecientes a las agendas feministas y a la problemática de la violencia sexual y de género, que fueron: los derechos reproductivos, la descriminalización del aborto y la reglamentación de la prostitución. Además de debates, hubo talleres artísticos, intervenciones en espacios públicos, campañas por internet, pláticas en universidades, sesiones de fotos, entre muchas actividades de preparación para la Marcha, que siempre se planteó como un espacio abierto a la pluralidad de posturas y expresiones que buscaran la transformación social a través del fin del machismo, racismo y homo/lesbo/transfobia.


El día de la Marcha, el pasado 27 de julio, se vio afectado por la inundación de la millonaria instalación en la que se realizaría la actividad programada del Papa, ante lo cual dicha actividad sería realizada en Copacabana, lugar elegido por las Putas desde hace tres años. Así, después de meses de planeación, las organizadoras eligieron modificar el trayecto (no el lugar) de la Marcha, con fin de evitar la confrontación directa y violenta con los grupos católicos, pues este no era el objetivo, sino problematizar pública y políticamente la veracidad de un Estado que se postula como laico. La Marcha se desarrolló pacíficamente, excepto por algunos enfrentamientos verbales con la población católica y cierto acoso por parte de la policía y los medios de comunicación hegemónicos, que parecían esperar a que alguna catástrofe sucediera. Duró seis horas y acudieron más de tres mil personas, que se expresaron en múltiples formas, sea individualmente o en grupo, con sus cuerpos, mantas, carteles, instalaciones, voces, tambores. Personas de todas las edades, razas, orientaciones sexuales y clases sociales, algunas que viajaron de otros estados y ciudades para participar, algunas que se organizaron con sus colectivos para reivindicar ciertas ideas, exigieron de manera libre, plural, irreverente y creativa el fin de la violencia sexual y de género.


Una de dichas expresiones fue llevada a cabo por una pareja que, con la cara cubierta y el cuerpo desnudo, rompió algunos símbolos católicos como parte de su performance. Este hecho tomó una relevancia desmedida, pues fue el foco de la mayoría de los medios de comunicación, que una vez más, deslegitimaron a la Marcha (como a otros movimientos sociales) al enfocarse en hechos aislados y polémicos en vez de en el mensaje y el andamiento del evento como un todo. Ese performance fue realizado libremente, como muchos otros, pero no era de conocimiento de las organizadoras. Sin embargo, tanto la pareja de performers como algunas de las organizadoras, han estado desde el día de la Marcha, sometidxs a innumerables ataques por parte de diversas fuentes.  Las organizadoras recibieron llamadas telefónicas amenazándolas de muerte y violación, sus teléfonos fueron divulgados por internet en páginas como “Anti-ateísmo”, recibieron citatorios judiciales por intolerancia religiosa y el diputado estatal Flavio Bolsonaro (conocido, así como a su familia, por su acérrimo machismo, racismo y homo/lesbo/transfobia) ingresó a la Asamblea Legislativa del Estado de Rio de Janeiro con una propuesta de castigo a la Marcha por falta de respeto a la religión católica, entre muchos otros hechos que, sin duda alguna, vulneran en extremo a estas feministas.


Muchas cosas pueden ser debatidas al respecto de esta situación. Por un lado, es importante remarcar que el performance, dentro de su irreverencia, seguramente tenía un mensaje que comunicar sobre la violencia con la que las instituciones religiosas, especialmente las provenientes de la tradición judeocristiana, han tratado a los cuerpos, sobre todo los de las mujeres, a lo largo de la historia. Así, la reacción de nombrar este acto como intolerancia religiosa parece un poco irónico. Sin embargo, el punto aquí no es ese, sino que ese performance no fue convocado ni realizado por las organizadoras de la Marcha, quienes simplemente abrieron un espacio de expresiones plurales, sin necesariamente compartir las formas y contenidos de todas ellas. Aún así, ellas están siendo perseguidas. El movimiento, así como otros en el cada vez más conservador Brasil, está siendo criminalizado. Y criminalizado a partir de un argumento de intolerancia (religiosa) difícilmente sustentable dadas sus violentas manifestaciones contra, una vez más, el cuerpo de las mujeres. Un movimiento horizontal y plural, que constantemente busca problematizar y problematizarse, que propone creativamente romper con la dicotomía y la jerarquización de lo público y lo privado, está siendo colocado en la más extrema vulnerabilidad en ambos espacios.


¿Qué del cuerpo femenino es considerado tan violento? ¿Qué de la libertad sexual de las mujeres es visto tan amenazador? ¿Por qué las feministas son enemigas? ¿Por qué es necesario organizarse para cazar a las PUTAS? Son preguntas cuyas respuestas duelen al pensarse. El cuerpo femenino AUTÓNOMO es considerado violento, porque su control es necesario para que el sistema machista, capitalista y racista se mantenga. La libertad sexual y reproductiva de las mujeres implica una transformación social que desestabiliza ese sistema, por lo que debe ser impedida a toda costa, por parte del Estado, de las iglesias, las escuelas, los medios de comunicación. Las feministas, las brujas, las putas, nuestra creatividad, nuestra energía, nuestros argumentos políticos, son peligrosos, porque venimos a cambiar el mundo, y eso no le conviene a quienes concentran el poder. Pero sus amenazas no nos van a callar. Sus persecuciones no nos van a detener. Sus hogueras, sus leyes, sus televisiones, no acabarán con nosotras, precisamente porque ya entendimos que somos NOSOTRAS.


Putas cariocas: estamos con ustedes, mostramos nuestro apoyo y sororidad desde otros contextos latinoamericanos. Repudiamos la situación en la que se encuentran y les recordamos que no están solas, porque somos NOSOTRAS. Si ser libre es ser puta, todas somos putas. Todas somos brujas. Todas somos feministas. Todas, dentro de nuestra diversidad, somos NOSOTRAS.


Jimena de Garay Hernández

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